Novena a la Virgen de Fátima (4 al 12 de mayo)
Nuestra Señora de Fátima, ruega por los cristianos que sufren y ruega por nosotros.
¡Oh Santísima Virgen de Fátima, que con tus apariciones has obrado maravillas y conversiones en los corazones de tus hijos! Concédenos la gracia de experimentar tu amor maternal y la transformación espiritual que necesitamos en nuestras vidas. Intercede por nosotros ante tu Hijo Jesucristo, para que podamos vivir según su Voluntad y ser testigos de su Amor y Misericordia en el mundo. Amén.
Únete en oración y reza esta Novena a la Virgen de Fátima.
Queremos invitarlos a encender una vela en la Vigilia Orar sin interrupción dedicada a la Virgen en este mes de mayo y ofrecer nuestras plegarias en especial por nuestros hermanos y hermanas perseguidos por su fe alrededor del mundo.
Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) enviará cada intención especial que sea ofrecida cuando enciendas tu vela a tres congregaciones de religiosas que rezan por ti delante del altar.
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NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, PATRONA DE AYUDA A LA IGLESIA QUE SUFRE – ACN
Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) reconoce a la Virgen de Fátima como su patrona y protectora. Esta Fundación Pontificia fue consagrada, el 14 de septiembre de 1967, a dicha advocación mariana. Nuestra Señora de Fátima es considerada también especial intercesora por la Iglesia perseguida, pues la Virgen de Fátima en sus mensajes pidió rezar por la conversión de Rusia y anunció la gran persecución que se desataría para los cristianos en el mundo, una persecución que ha sido muy fuerte en todo el siglo XX y continúa hoy latente en tantas partes del mundo. Por ello te invitamos a unirte en oración a través de esta Novena.
INICIO
V/ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
R/ Amén
OFRECIMIENTO
¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. ¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.
Santísima Virgen María, Madre de los pobres pecadores, que apareciendo en Fátima dejaste transparentar en tu rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que te causan los pecados de los hombres, y que con maternal compasión pediste no afligir más a tu Hijo con la culpa y a reparar los pecados con la mortificación y la penitencia. Danos la gracia de un sincero dolor de los pecados cometidos y la resolución generosa de reparar con obras de penitencia y mortificación todas las ofensas que se infieren a tu Divino Hijo y a tu Corazón Inmaculado. Amén.
Oración final
Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Santísima Virgen María, Madre de la Divina Gracia, que vestida de completa blancura te apareciste a unos pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar la inocencia del alma, que pediste por medio de ellos la enmienda de las costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta. Concédenos misericordiosamente la gracia de saber apreciar la dignidad de nuestra condición de cristianos y de llevar una vida en todo conforme a las promesas bautismales. Amén.
Oración final
Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Santísima Virgen María, vaso insigne de devoción, que te apareciste en Fátima llevando en tus manos el Santo Rosario, y que insistentemente repetías: “Oren, oren mucho”, para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida, y a la unión feliz con Él en la otra. Amén.
Oración final
Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Santísima Virgen María, Reina de la Iglesia, que invitaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la Santa Iglesia, por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos. Amén. Amén.
Oración final
Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Santísima Virgen María, salud de los enfermos y consoladora de los afligidos, que movida por el ruego de los pastorcitos obraste ya curaciones en tus apariciones en Fátima, y has convertido este lugar, santificado por tu presencia, en oficina de tus misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A tu Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, mostrando las enfermedades de nuestras almas y todas las aflicciones y dolencias de nuestra vida. Danos sobre ellas una mirada de compasión y remédialas con la ternura de tus manos, para que así podamos servirte y amarte con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser. Amén.
Oración final
Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Santísima Virgen María, refugio de los pecadores, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar incesantemente al Señor para que ellos no caigan en las penas eternas del infierno, y que manifestaste que los pecados de la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infunde en nuestras almas un gran horror al pecado y el temor santo de la Justicia Divina, y al mismo tiempo despierta en ellas la compasión por la suerte de los pobres pecadores y un santo celo para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos y palabras por su conversión. Amén.
Oración final
Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Santísima Virgen María, Reina del purgatorio, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a la inagotable ternura de tu maternal Corazón todas las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en particular las de todos nuestros allegados y familiares y las más abandonadas y necesitadas; alivia sus penas y llévalas pronto a la región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente tus misericordias. Amén.
Oración final
Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Santísima Virgen María, que en tu última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo. Infunde en nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra redención que se conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente para honrarte, acompañando tus gozos, dolores, luces y glorias, y así merecer tu maternal protección y asistencia en todos los momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte. Amén.
Oración final
Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de tu Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda suprema de salvación. Haz, Corazón de la más tierna de las madres, que sepamos comprender tu mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor; y así sea tu Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con tu Hijo Jesús. Amén.
Oración final
Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
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