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Novena al Sagrado corazón de Jesús

 

“El adorable Corazón de Jesucristo late con amor divino al mismo tiempo que humano, desde que la Virgen María pronunció su Fiat”. S.S. Pio XII. CE. HAURIETIS AQUAS, 18.


“Mirarán al que traspasaron” (Jn 19,37).

 
El sentido de la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús —nos explica el Santo Padre Francisco—, es que “descubramos cada vez más y nos envuelva” la fidelidad humilde y la mansedumbre del amor de Cristo, “revelación de la misericordia del Padre”. Se trata, por tanto, de un amor cuya ternura “podemos experimentar y gustar” en cada estación de la vida: en el tiempo de la alegría y en el de la tristeza, en el tiempo de la salud y en el de la enfermedad y las dificultades (Homilía del S.S. Francisco, 27.06.2014).

Una promesa cierta, hecha por el mismo Jesús, nos dice: “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.

El Papa Francisco nos anima a celebrar juntos la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús en la que el amor de Dios se dio a conocer a toda la humanidad, y nos invita a “mirar con confianza al Sagrado Corazón de Jesús y a repetir con frecuencia, especialmente durante este mes de junio: “Jesús manso y humilde de corazón, transforma nuestro corazón y enséñanos a amar a Dios y al prójimo con generosidad”.
 

 

REZA CADA DÍA CON NUESTRA PLAYLIST DE LA NOVENA

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Queremos invitarlos a encender una vela en la capilla del Sagrado Corazón de Jesús en este día santo y ofrecerla en especial por nuestros hermanos y hermanas perseguidos por su fe alrededor del mundo.
 
Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) enviará cada intención especial que sea ofrecida cuando enciendas tu vela a tres congregaciones de religiosas que rezan por ti delante del altar. 

 

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Elige la Capilla del Sagrado Corazón de Jesús  para encender tu propia vela durante esta novena

 

La Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús —también Jornada para la Santificación de los Sacerdotes—se celebra el viernes siguiente a la Solemnidad del Corpus Christi. Casi como para sugerir que la Eucaristía/Corpus Domini no es otra cosa que el mismo Corazón de Jesús, de Aquel que, con “corazón”, cuida de nosotros.

Son muchos los santos de la Iglesia que han extendido este culto al Sagrado Corazón, por ejemplo: san Buenaventura, san Alberto Magno, santa Gertrudis, santa Catalina de Siena, el beato Enrique Suso, san Pedro Canisio y san Francisco de Sales. San Juan Eudes fue el autor del primer oficio litúrgico en honor del Sagrado Corazón de Jesús, cuya fiesta solemne se celebró por primera vez, con el beneplácito de muchos Obispos de Francia, el 20 de octubre de 1672. Pero ante todo merece un puesto especial en esta devoción la figura de Santa Margarita Maria Alacoque, religiosa de la Visitación en Paray-le-Monial, Francia, pues consiguió que este culto ya antes difundido alcance su desarrollo hasta hoy convirtiéndose en una de las devociones más queridas del pueblo de Dios.

Es tan unánime la alta estima de los santos pontífices sobre este culto que han dedicado tres importantes encíclicas al mismo tema: Annum Sacrum (1899), Miserentissimus Redemptor (1928), y Haurietis aquas (1956).

Finalmente el Papa Pio XII nos confirma la unión indisoluble entre las devociones a los corazones de Jesús y María Virgen, y nos recomienda a los fieles “unir a ella estrechamente la devoción al Inmaculado Corazón de la Madre de Dios. Ha sido voluntad de Dios que, en la obra de la Redención humana, la Santísima Virgen María estuviese inseparablemente unida con Jesucristo; tanto, que nuestra salvación es fruto de la caridad de Jesucristo y de sus padecimientos, a los cuales estaban íntimamente unidos el amor y los dolores de su Madre. Por eso, el pueblo cristiano que por medio de María ha recibido de Jesucristo la vida divina, después de haber dado al Sagrado Corazón de Jesús el debido culto, rinda también al amantísimo Corazón de su Madre celestial parecidos obsequios de piedad, de amor, de agradecimiento y de reparación” (CE. HAURIETIS AQUAS, 36).

REFERENCIAS: 

https://www.vatican.va/roman_curia/congregations/ccdds/documents/rc_con_ccdds_doc_20020513_vers-direttorio_sp.html

https://www.vatican.va/content/pius-xi/es/encyclicals/documents/hf_p-xi_enc_19280508_miserentissimus-redemptor.html

https://www.vatican.va/content/pius-xii/es/encyclicals/documents/hf_p-xii_enc_15051956_haurietis-aquas.html#_ftnref84

https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2014/documents/papa-francesco_20140627_omelia-ospedale-gemelli.html

Tomado del  DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA. CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS, 2002

166. El viernes siguiente al segundo domingo después de Pentecostés, la Iglesia celebra la solemnidad del sagrado Corazón de Jesús. Además de la celebración litúrgica, otras muchas expresiones de piedad tienen por objeto el Corazón de Cristo. No hay duda de que la devoción al Corazón del Salvador ha sido, y sigue siendo, una de las expresiones más difundidas y amadas de la piedad eclesial.

Entendida a la luz de la sagrada Escritura, la expresión “Corazón de Cristo” designa el misterio mismo de Cristo, la totalidad de su ser, su persona considerada en el núcleo más íntimo y esencial: Hijo de Dios, sabiduría increada, caridad infinita, principio de salvación y de santificación para toda la humanidad. El “Corazón de Cristo” es Cristo, Verbo encarnado y salvador, intrínsecamente ofrecido, en el Espíritu, con amor infinito divino-humano hacia el Padre y hacia los hombres sus hermanos.

167. Como han recordado frecuentemente los Romanos Pontífices, la devoción al Corazón de Cristo tiene un sólido fundamento en la Escritura.

Jesús, que es uno con el Padre (cfr. Jn 10,30), invita a sus discípulos a vivir en íntima comunión con Él, a asumir su persona y su palabra como norma de conducta, y se presenta a sí mismo como maestro “manso y humilde de corazón” (Mt 11,29). Se puede decir, en un cierto sentido, que la devoción al Corazón de Cristo es la traducción en términos cultuales de la mirada que, según las palabras proféticas y evangélicas, todas las generaciones cristianas dirigirán al que ha sido atravesado (cfr. Jn 19,37; Zc 12,10), esto es, al costado de Cristo atravesado por la lanza, del cual brotó sangre y agua (cfr. Jn 19,34), símbolo del “sacramento admirable de toda la Iglesia”.


El texto de san Juan que narra la ostensión de las manos y del costado de Cristo a los discípulos (cfr. Jn 20,20) y la invitación dirigida por Cristo a Tomás, para que extendiera su mano y la metiera en su costado (cfr. Jn 20,27), han tenido también un influjo notable en el origen y en el desarrollo de la piedad eclesial al sagrado Corazón.


168. Estos textos, y otros que presentan a Cristo como Cordero pascual, victorioso, aunque también inmolado (cfr. Ap 5,6), fueron objeto de asidua meditación por parte de los Santos Padres, que desvelaron las riquezas doctrinales y con frecuencia invitaron a los fieles a penetrar en el misterio de Cristo por la puerta abierta de su costado. Así san Agustín: “La entrada es accesible: Cristo es la puerta. También se abrió para ti cuando su costado fue abierto por la lanza. Recuerda qué salió de allí; así mira por dónde puedes entrar. Del costado del Señor que colgaba y moría en la Cruz salió sangre y agua, cuando fue abierto por la lanza. En el agua está tu purificación, en la sangre tu redención”.


169. La Edad Media fue una época especialmente fecunda para el desarrollo de la devoción al Corazón del Salvador. Hombres insignes por su doctrina y santidad, como san Bernardo (+1153), san Buenaventura (+1274), y místicos como santa Lutgarda (+1246), santa Matilde de Magdeburgo (+1282), las santas hermanas Matilde (+1299) y Gertrudis (+1302) del monasterio de Helfta, Ludolfo de Sajonia (+1378), santa Catalina de Siena (+1380), profundizaron en el misterio del Corazón de Cristo, en el que veían el “refugio” donde acogerse, la sede de la misericordia, el lugar del encuentro con Él, la fuente del amor infinito del Señor, la fuente de la cual brota el agua del Espíritu, la verdadera tierra prometida y el verdadero paraíso.

170. En la época moderna, el culto del Corazón de Salvador tuvo un nuevo desarrollo. En un momento en el que el jansenismo proclamaba los rigores de la justicia divina, la devoción al Corazón de Cristo fue un antídoto eficaz para suscitar en los fieles el amor al Señor y la confianza en su infinita misericordia, de la cual el Corazón es prenda y símbolo. San Francisco de Sales (+1622), que adoptó como norma de vida y apostolado la actitud fundamental del Corazón de Cristo, esto es, la humildad, la mansedumbre (cfr. Mt 11,29), el amor tierno y misericordioso; santa Margarita María de Alacoque (+1690), a quien el Señor mostró repetidas veces las riquezas de su Corazón; San Juan Eudes (+1680), promotor del culto litúrgico al sagrado Corazón; san Claudio de la Colombiere (+1682), San Juan Bosco (+1888) y otros santos, han sido insignes apóstoles de la devoción al sagrado Corazón.

171. Las formas de devoción al Corazón del Salvador son muy numerosas; algunas han sido explícitamente aprobadas y recomendadas con frecuencia por la Sede Apostólica. Entre éstas hay que recordar:
– la consagración personal, que, según Pío XI, “entre todas las prácticas del culto al sagrado Corazón es sin duda la principal”;
– la consagración de la familia, mediante la que el núcleo familiar, partícipe ya por el sacramento del matrimonio del misterio de unidad y de amor entre Cristo y la Iglesia, se entrega al Señor para que reine en el corazón de cada uno de sus miembros;
– las Letanías del Corazón de Jesús, aprobadas en 1891 para toda la Iglesia, de contenido marcadamente bíblico y a las que se han concedido indulgencias;
– el acto de reparación, fórmula de oración con la que el fiel, consciente de la infinita bondad de Cristo, quiere implorar misericordia y reparar las ofensas cometidas de tantas maneras contra su Corazón;
– la práctica de los nueve primeros viernes de mes, que tiene su origen en la “gran promesa” hecha por Jesús a santa Margarita María de Alacoque. En una época en la que la comunión sacramental era muy rara entre los fieles, la práctica de los nueve primeros viernes de mes contribuyó significativamente a restablecer la frecuencia de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía. En nuestros días, la devoción de los primeros viernes de mes, si se practica de un modo correcto, puede dar todavía indudable fruto espiritual. Es preciso, sin embargo, que se instruya de manera conveniente a los fieles: sobre el hecho de que no se debe poner en esta práctica una confianza que se convierta en una vana credulidad que, en orden a la salvación, anula las exigencias absolutamente necesarias de la fe operante y del propósito de llevar una vida conforme al Evangelio; sobre el valor absolutamente principal del domingo, la “fiesta primordial”, que se debe caracterizar por la plena participación de los fieles en la celebración eucarística.

172. La devoción al sagrado Corazón constituye una gran expresión histórica de la piedad de la Iglesia hacia Jesucristo, su esposo y señor; requiere una actitud de fondo, constituida por la conversión y la reparación, por el amor y la gratitud, por el empeño apostólico y la consagración a Cristo y a su obra de salvación. Por esto, la Sede Apostólica y los Obispos la recomiendan, y promueven su renovación: en las expresiones del lenguaje y en las imágenes, en la toma de conciencia de sus raíces bíblicas y su vinculación con las verdades principales de la fe, en la afirmación de la primacía del amor a Dios y al prójimo, como contenido esencial de la misma devoción.

173. La piedad popular tiende a identificar una devoción con su representación iconográfica. Esto es algo normal, que sin duda tiene elementos positivos, pero puede también dar lugar a ciertos inconvenientes: un tipo de imágenes que no responda ya al gusto de los fieles, puede ocasionar un menor aprecio del objeto de la devoción, independientemente de su fundamento teológico y de contenido histórico salvífico.

Así ha sucedido con la devoción al sagrado Corazón: ciertas láminas con imágenes a veces dulzonas, inadecuadas para expresar el robusto contenido teológico, no favorecen el acercamiento de los fieles al misterio del Corazón del Salvador.
En nuestro tiempo se ha visto con agrado la tendencia a representar el sagrado Corazón remitiéndose al momento de la Crucifixión, en la que se manifiesta en grado máximo el amor de Cristo. El sagrado Corazón es Cristo crucificado, con el costado abierto por la lanza, del que brotan sangre y agua (cfr. Jn 19,34).

 

“Para la representación grafica de una renovada comprensión bíblica, patrística y dogmática de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús que se corresponda con nuestra sensibilidad actual, podemos servirnos de dos pasajes del Evangelio de Juan. Están, por un lado, las representaciones medievales del amor a Cristo (en alemán: Christusminne) que muestran al discípulo amado descansando sobre el pecho o el corazón de Jesús (cf. Jn 13,23). Estas representaciones pueden ilustrar que en medio de la inquietud y el ajetreo del mundo existe un lugar en el que nos es dado alcanzar sosiego y paz interior.
 

 

 
La otra imagen procede del encuentro de «Tomas el Incrédulo» con el Señor resucitado. El escéptico Tomas solo cree cuando introduce su dedo en la herida pascualmente transfigurada del costado de Jesús (cf. Jn 20,24-29). Este encuentro puede ser importante precisamente para quienes hoy se hacen preguntas y para quienes se hallan atormentados por las dudas. Pues, en cierto modo, todos somos como este «Tomas el Incrédulo». Al igual que Tomas, tampoco nosotros queremos a menudo creer sin mas sobre la sola base de las palabras de los demás.

 

Como Tomas, así también e hecho de que semejante devoción al Sagrado Corazón de Jesús sea por naturaleza cordial, mas aun, sentimental, en el buen sentido de la palabra, no debe ser un argumento en contra de ella. Pues el corazón y las emociones forman parte legitima de la devoción y tienen en ella un lugar irrenunciable. Allí donde son proscritas, allí aflora la desordenada y verdaderamente desenfrenada emocionalidad que hoy a menudo encontramos. No debemos permitir que se nos prive de las emociones, ni tampoco tenemos por que avergonzarnos de ellas. Como dice Jesús en el mandamiento principal del amor, el amor de Dios toma a su servicio al ser humano en su totalidad, con todas sus fuerzas corporales, anímicas y espirituales (cf. Mc 12, 30). Lo que, a fin de cuentas, importa en la devoción es la historia de amor entre Dios y nosotros los seres humanos, y el amor siempre es apasionado. En ultimo termino se trata de un dialogo personal con Dios. El cardenal Newman lo expreso así en su lema episcopal: Cor ad cor loquitur (El corazón habla al corazón).

Tenemos que comprender también que “corazón” no significaba para los israelitas solo el corazón de carne, sino más bien la sede de la fuerza vital, del pensar, del querer, del sentir; y no se puede concebir separado del hombre total. 

 

 

 
 
Desde Santa Margarita María, el propio Jesús toma la iniciativa, apareciéndose a la santa visitandina y confirmando, mediante revelaciones y promesas, el culto a su Sagrado Corazón. 
 
La Compañía de Jesús toma la devoción como cosa propia, en virtud de la comisión del propio Cristo y la propaga activamente por el mundo entero. Los papas la acogen, alientan y propagan a su vez, instituyendo la fiesta.

Finalmente, en el año de 1673, una santa mujer, Margarita María de Alacoque, ve a Jesucristo mostrándole su Sagrado Corazón. Ella recibe doce promesas especialísimas, vinculadas a esta devoción. Pero es en la tercera gran aparición, 1674, cuando le comunica la GRAN PROMESA para la humanidad.

(Una promesa implica una obligación íntimamente vinculada a ella. “Yo te prometo” es igual que decir “Yo me obligo” o “Y o cumpliré ciertamente”. Una promesa obliga más si está condicionada a que aquel a quien se dirige haga algo, preste un servicio. “Yo me obligo a esto…, si tú haces aquello”).

LA GRAN PROMESA
He aquí las palabras de Cristo: “Yo te prometo, por el exceso de la misericordia de mi Corazón, que su amor todopoderoso concederá a todos aquellos que comulguen los primeros viernes nueve meses seguidos, la gracia de la penitencia final; que no morirán en mi enemistad, ni sin recibir los Sacramentos y que mi Corazón les será asilo seguro en su hora postrera”.

Las 12 promesas que hizo Jesús a Santa Margarita María para quienes sean devotos de su Sagrado Corazón:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2. Daré paz a sus familias.
3. Les consolaré en sus penas.
4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.
8. Las almas tibias se volverán fervorosas.
9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y
jamás será borrado de Él.
12. Les prometo, en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá
a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos, la gracia de la
perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción de los santos sacramentos.
Mi Corazón será su seguro refugio en aquel momento supremo.
 

 

 
“Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón”
 
A) Mansedumbre
“Es una virtud que tiene por objeto moderar la ira según la recta razón”. No es cierta debilidad de carácter, que bajo un aspecto exterior de mansedumbre, disimula profundos resentimientos.
Es una virtud derivada de la templanza, que rectifica y modera la ira de tal modo que no se levante sino cuando sea necesario y en la medida conveniente.

B) Humildad
Es una virtud derivada de la templanza que nos inclina a cohibir el desordenado apetito de la propia excelencia, dándonos el justo conocimiento de nuestra pequeñez y miseria, principalmente con relación a Dios.
Es la virtud opuesta a la soberbia.
Se refiere principalmente a Dios, por comparación al cual el hombre más perfecto está falto de toda perfección.
 
+En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Comenzar diariamente con el Acto de contrición y la Oración para todos los días.

ACTO DE CONTRICIÓN
Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh Corazón divino de mi amado Jesús, en quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias! Concédeme un corazón semejante al tuyo, y la gracia que te pido en esta novena si es para mayor gloria de Dios, tu sagrado culto y el bien de mi alma. Amén.
 
Rezar la oración del día correspondiente…
 
 
“He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombres”.
Jesús mismo nos da su Corazón. Nos lo ha dado todo. Pero aún permanezco insensible a sus dones. Me olvido de su amor y busco lo que en el fondo no me llena.
 
Jesucristo nos muestra al Padre para que le conozcamos y sepamos que es todo amor.

Nuestro Dios es Misericordioso. Preguntémonos: ¿Cómo correspondo a tanto amor? ¿Amo a Dios con todo el corazón, con todo el ser y entendimiento?
Aunque me olvide de Dios, Él no se olvidará nunca de mí.

La fe es la ayuda de nuestra vida. Tan necesaria como el aire y la comida. A veces no la expresamos, nos avergonzamos de ser creyentes, la separamos de nuestra vida y se debilita.

Cristo lo arriesgó todo por nosotros. Preguntémonos:  ¿Y yo qué estoy dispuesto a ofrecer? Jesús pide tu fe para obrar en ti.

Los apóstoles pidieron al Señor que les enseñara a rezar. Rezar es mantener fresca la relación con Dios. 

Preguntémonos: ¿Cuándo o en que momento rezo? ¿Cómo es mi comunicación con Él? 
 
Apartarse de la oración es apartarse de Dios y escuchar otras voces. Solo Dios habla desde el corazón al corazón, ahí es donde se hace entender y nos impulsa a actuar desde él.
 
El Corazón de Jesús nos habla del amor a Dios y a los hermanos. No basta con no odiar, no hacer el mal, no ser egoísta. Cristo nos pide hacer el bien, servir, amar, construir.
 
Mi vida ¿se contenta con no hacer el mal o busca hacer el bien? El Corazón de Jesús anima, consuela, da esperanza, fortalece, perdona, ofrece…
  
Jesús valoró la humildad y sencillez. Ser y vivir desde la humildad es el fundamento de todas las virtudes.

El ejemplo lo tenemos en la Virgen María, Dios se fijó en la humildad de su sierva y Ella le dejó actuar. Es entonces cuando Dios hace obras grandes a través nuestro.
 
Dios penetra lo más profundo de nuestro ser y nos conoce mejor que nosotros mismos. Ante Él no cabe la mentira o el engaño. 
 
Vivir desde la verdad contagia y crea amistad, confianza, seguridad. Vivir la vida con autenticidad construye el Reino del Corazón de Cristo y nos hace portadores de su luz y verdad.
 
Jesús nos da a su Madre. Por voluntad suya, María se convierte en madre de todos. Sus gracias nos vienen a través de ella. 
 
Preguntémonos: ¿Cómo amo a la Madre de Jesús? ¿Recurro a Ella y le rezo? Ella es ejemplo de seguimiento del Corazón de Jesús, ejemplo de discípula fiel hasta el final. Ella es la llena de Gracia que quiere inundarnos de las Gracias de su Hijo.
  
Una dulce palabra sale del sagrario: “Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, que yo os aliviaré”. Así habla el Corazón de Dios. Él quiere ser tu fuerza, tu consuelo, tu sentido. Necesitamos alimentarnos de Él y beber de la fuente que mana de su Corazón. Él desea que vivamos cada día en el Corazón de Jesús. Espera tu respuesta.
 
Después de la meditación diaria reza 3 Padre Nuestros, 3 Ave marías y termina con: “Dulce Corazón de mi amable Salvador, haz que arda y crezcan en mí siempre tu amor”.

 

Oración final

Corazón de Jesús, llena nuestro mundo de tu amor. Tú, que a pesar de las debilidades y egoísmos de los hombres, haces comprender que se ensancha tu Corazón, cuando ves crecer la Civilización del Amor; haz de nosotros almas generosas que se entreguen por entero a tu proyecto de salvación sobre la humanidad. Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío. Amén.

 


Petición

Sagrado Corazón de Jesús, tú conoces nuestras necesidades e intenciones. Nos has dicho: “pedid y se os dará”. Hoy me acerco a ti con fe sincera y te confío esta petición… Todo lo espero de tu infinita bondad si es para tu gloria y para nuestro bien. Amén

 

 Consagración al Sagrado Corazón de Jesús
Corazón de Jesús, manantial inagotable de gracia, amor y paz. Corazón del que nació la Iglesia, gracias por recibirme en ella en el bautismo. Gracias por mostrarme en ella el rostro de tu Padre. Gracias por enviarnos tu Espíritu Santo que nos congrega y construye. Gracias por continuar ofrendándote diariamente en la Eucaristía que une y alimenta. Yo me entrego y consagro a ti. Quiero vivir a plenitud mis promesas bautismales. Acógeme, Señor Jesús, en tu Corazón. Cámbiame este corazón de piedra, que se parezca al tuyo para que no quiera hacer ya más mi voluntad, sino, como Tú, hacer la Voluntad del Padre. Préstame tu Corazón herido, tu corazón fuerte, para que aprenda a entregarme entero y sin reservas a la construcción de tu Reino de justicia, de amor y de paz. Amén.
 
Señor, misericordia.
Jesucristo, misericordia.
Señor, misericordia.
Jesucristo, óyenos.
Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre celestial. Ten piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo. Ten piedad…
Dios Espíritu Santo. Ten piedad…
Santísima Trinidad un solo Dios. Ten piedad…

Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre. Ten piedad…
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en el Seno de María. Ten piedad…
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo, Corazón de Jesús, de Majestad infinita. 
Corazón de Jesús, santo Templo de Dios.
Corazón de Jesús, Tabernáculo del Altísimo.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del Cielo .
Corazón de Jesús, llama de encendido amor.
Corazón de Jesús, receptáculo de la justicia y amor.
Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor.
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes.
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza.
Corazón de Jesús, Rey y centro de toda alabanza.
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros de sabiduría y ciencia.
Corazón de Jesús, en quien habita la plenitud de la Divinidad.
Corazón de Jesús, en quien el Padre se ha complacido.
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido.
Corazón de Jesús deseo de un mundo oprimido.
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia.
Corazón de Jesús, rico para todos los que lo invocan.
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad.
Corazón de Jesús, propiciación de nuestros pecados.
Corazón de Jesús, saturado de oprobios.
Corazón de Jesús, oprimido por nuestras maldades.
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte.
Corazón de Jesús, traspasado por la lanza.
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo.
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra.
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra.
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores.
Corazón de Jesús, salvación de los que esperan en Ti.
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren.
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten misericordia de nosotros.
Jesús manso y humilde de corazón. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

Oración
Omnipotente y sempiterno Dios, mira al Corazón de tu muy amado Hijo y a las alabanzas y satisfacciones que te tributa en nombre de los pecadores; concede benigno el perdón a los que invocamos tu misericordia, en el nombre del mismo Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en unión del Espíritu Santo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
 

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