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Siete Dolores de la Virgen Santísima

“Y a ti, Madre, una espada de dolor te atravesará el corazón…” (Lucas 2, 35)

 
Durante el Sábado Santo la Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su Pasión y Muerte, su descenso a los infiernos y esperando en la oración y el ayuno su Resurrección.
 
Queremos invitarlos a encender una vela en la capilla de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en este día santo y ofrecerla en especial por nuestros hermanos y hermanas perseguidos por su fe alrededor del mundo.
 
Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN) enviará cada intención especial que sea ofrecida cuando enciendas tu vela a tres congregaciones de religiosas que rezan por ti delante del altar. 

 

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Elige la Capilla de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro para encender tu propia vela durante esta novena

 

INTRODUCCIÓN
 
La “Hora de la Madre”
 
En María, conforme a la enseñanza de la tradición, está como concentrado todo el cuerpo de la Iglesia: ella es la “credentium collectio universa”. Por esto la Virgen María, que permanece junto al sepulcro de su Hijo, tal como la representa la tradición eclesial, es imagen de la Iglesia Virgen que vela junto a la tumba de su Esposo, en espera de celebrar su Resurrección.
 
En esta intuición de la relación entre María y la Iglesia se inspira el ejercicio de piedad de la Hora de la Madre: mientras el cuerpo del Hijo reposa en el sepulcro y su alma desciende a los infiernos para anunciar a sus antepasados la inminente liberación de la región de las tinieblas, la Virgen, anticipando y representando a la Iglesia, espera llena de fe la victoria del Hijo sobre la muerte.
  

INICIO

 

V/ En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo 

R/ Amén 

V/ Contemplamos el dolor de Santa María 

R/ Para seguir a Cristo su Hijo en el camino de la fe

 

Oración preparatoria 

 

Señor, 

Tú has querido que la Madre compartiera 

los dolores del Hijo al pie de la Cruz; 

haz que la Iglesia, 

asociándose a la Pasión de Cristo, 

merezca participar de su Resurrección. 

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. 

María recibe con fe la profecía de Simeón. Jesús, signo de contradicción.
 
V/ Por Ti, Virgen María, recibimos al Salvador. 
R/ Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación. 
 
Palabra de Dios 
“Simeón los bendijo y dijo a María, su Madre: ‘Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, –y a Ti misma una espada te traspasará el alma– para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones’” (Lc 2, 34-35). 
 
Meditación 
Madre, mira a nuestros hermanos recién bautizados, especialmente a los que viven su fe en clandestinidad, y cuida de ellos. Y a mí, María, ayúdame… 
 
V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 
R/ Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor, Jesucristo. Amén. 
María huye a Egipto con Jesús y José. Jesús, perseguido por Herodes. 
 
V/ Por Ti, Virgen María, recibimos al Salvador. 
R/ Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación. 
 
Palabra de Dios 
“Cuando ellos se retiraron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al Niño para matarlo’. José se levantó, tomó al Niño y a su Madre, de noche, y se fue a Egipto” (Lc 2, 34-35). 
 
Meditación 
Madre, mira con amor a nuestros hermanos que se ven obligados a salir de sus casas, a huir de su tierra, por persecución a la fe que profesan. Y yo, María, que vele también por ellos, pidiendo intercesión a tu Hijo Jesucristo y a tu esposo, San José. 
 
V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 
R/ Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor, Jesucristo. Amén. 
María busca a Jesús, perdido en Jerusalén. Jesús vino a cumplir la voluntad del Padre. 
 
V/ Por Ti, Virgen María, recibimos al Salvador. 
R/ Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación. 
 
Palabra de Dios 
“Y, cuando terminó, se volvieron; pero el Niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos, creyendo que estaba en la caravana, anduvieron el camino de un día y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén buscándolo” (Lc 2, 43-45). 
 
Meditación 
Madre, fija tu mirada en los misioneros, que están con los más necesitados y que no abandonan a sus hermanos. Y a mí, enséñame a dar preferencia a las cosas del Padre y a leer las bienaventuranzas con la brisa del Espíritu. 

V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 
R/ Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor, Jesucristo. Amén. 
María permanece junto a la Cruz del Hijo. Jesús, cordero levantado en la Cruz. 
 
V/ Por Ti, Virgen María, recibimos al Salvador. 
R/ Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación. 
 
Palabra de Dios 
“Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la Cruz, para que la llevase detrás de Jesús. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por Él” (Lc 23, 26-27).
  
Meditación 
Madre, ayuda a nuestros hermanos que sufren por su fe en los lugares más hostiles de este mundo, a mirar a tu Hijo, Jesucristo. Y a mí, ayúdame a descansar en el Amor de Dios y a no basarme solo en mis fuerzas para hacer frente a la adversidad. 
 
V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 
R/ Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor, Jesucristo. Amén. 
María permanece junto a la Cruz del Hijo. Jesús, cordero levantado en la Cruz.

V/ Por Ti, Virgen María, recibimos al Salvador. 
R/ Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación. 
 
Palabra de Dios 
“Junto a la Cruz de Jesús estaban su Madre, la hermana de su Madre, María, la de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, al ver a su Madre y, cerca, al discípulo que tanto quería, dijo a su Madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego, dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu Madre’. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio” (Jn 19, 25-27).
  
Meditación 
Madre, ayuda a nuestros hermanos que sufren el sinsentido de la guerra, la violencia y el odio. Y a mí, ayúdame a confiar en la oración y a no caer en la aceptación de la fatalidad.
 
V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 
R/ Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor, Jesucristo. Amén. 
María acoge en su seno a Jesús que fue bajado de la Cruz. Jesús, Salvador rechazado por su propio pueblo.

V/ Por Ti, Virgen María, recibimos al Salvador. 
R/ Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación. 
 
Palabra de Dios 
“Al anochecer llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se lo entregaran” (Mt 27, 57-58).

Meditación 
Madre, ayuda a los cristianos perseguidos a permanecer fieles a tu Hijo a pesar de tanto sufrimiento. Y a mí, enséñame a tener fe, a esperar sin flaqueza y a querer sin límites.

V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 
R/ Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor, Jesucristo. Amén. 
María acompaña a la sepultura del cuerpo de Jesús, en espera de la Resurrección. Jesús, primicia de los resucitados.
 
V/ Por Ti, Virgen María, recibimos al Salvador. 
R/ Del misterio de Cristo, obtenemos la salvación. 
 
Palabra de Dios 
“Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús” (Jn 19, 40-42).

 

Meditación 
Madre, enséñanos a todos a aceptar la voluntad de Dios y a comprender que no estamos solos, que siempre nos miras cuando miras a tu Hijo.
 
V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. 
R/ Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas y gracias de Nuestro Señor, Jesucristo. Amén. 

Despedida 
V/ La cruz de Cristo sea consuelo en nuestro camino para que, siguiendo las huellas de la Virgen Madre y compartiendo la Pasión de su Hijo, lleguemos a la gloria del Reino. 
R/ Amén. 

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